miércoles, 16 de mayo de 2012

Wicked. Memorias de una bruja mala

Supongo que todos aquí conoceremos más o menos la historia del Mago de Oz. Y claro, todos habremos oído hablar de la Malvada Bruja del Oeste.
Iba a intentar disimular un poco, pero he cambiado de idea: voy a ser sincera con vosotros y reconocer que no visto El mago de Oz ni leído El maravilloso mago de Oz, de Lyman Frank Baum (acabo de añadirlo a una lista de libros que tengo pegada en la pared; ya os la enseñaré un día, si eso).
Es probable entonces que penséis que he entendido bien poco de la historia, y a lo mejor no es equivocáis del todo, eso es verdad. 
Sin embargo, esta laguna presenta una ventaja: sorpresa, novedad. Es un auténtico placer (y un lujazo, seguramente) poder asombrarse al descubrir un mundo totalmente nuevo. Esto es lo que más he disfrutado de Wicked: sorprenderme a cada página, tener que esforzarme por amoldarme a unas convenciones que me son ajenas.
Y no sólo eso. Wicked no es simplemente la historia de la Malvada Bruja del Oeste: es el retrato de una transformación o, quizás, transmutación. Si para bien o para mal, eso es cosa de cada uno. Precisamente éste es otro de los ejes principales de Wicked: el bien y el mal.
Es apasionante ver cómo los personajes evolucionan de una forma tan paulatina, tan jugosa, tan... real. Pensadlo. Mirad atrás y decidme si reconocéis en ese niño o en esa niña lo que sois ahora. Elphaba no lo hace. Y yo tampoco, ni a ella ni a mí.

Es muy curioso cómo cambia una misma historia cuando se cuenta desde otro prisma; creo que nunca hasta ahora me había dado cuenta de lo importante que puede llegar a ser la perspectiva. 
Curioso ¿no? En El mago de Oz la Bruja es (o supongo que es, vaya) un saco de maldad, grotesca, cruel y plana. Aquí, es un personaje de hondísima psicología, coherente en sus contradicciones y capaz de despertar la simpatía del lector; es mordaz, divertida e inteligente. Si decidís leerlo, al final de Wicked os encontraréis sintiendo pena por ella, por lo que fue un día y por lo que es ahora.

La verdad es que en este post me está resultando especialmente difícil decidir qué contar y qué no porque no sé exactamente qué información me falta a mí y tenéis vosotros. Es un poco frustrante, la verdad.
En cualquier caso, lo que quiero que quede patente es que me ha encantado este libro. Lo disfruté desde la primera página hasta la última, y lo pasé hasta mal cuando descubrí que casi no quedaba novela pero todavía estaba todo muy enredado. La gente que tuvo que aguantarme durante el proceso sufrió más de uno y más de dos apretones en el brazo, para que os hagáis una idea. 
Es que, además de la profundidad de buena parte de lo narrado (esa batalla entre el bien y el mal, muchas veces librada dentro de uno mismo, aunque no en el clásico sentido visceral; ese desarrollo de la personalidad hacia quién sabe dónde, por qué y cómo), está muy bien escrito. Bueno, en honor a la verdad, muy bien traducido. Por eso me gustaría agradecerle a Claudia Conde su trabajo. Probablemente no lea esto nunca, pero si lo hace, aquí está. Todo reconocimiento sienta bien ¿no?

Sólo añadiré, para terminar, que quedan en Wicked asuntos sin resolver. Espero conseguir pronto la segunda parte, Hijo de bruja, y ver en qué quedaron. Ya os contaré.

Ah, y también hay un musical. Uno de los más exitosos de los últimos tiempos, según dicen. Parece que sigue habiendo algo en Oz que convierte en oro todo lo que toca.



3 comentarios:

  1. Sí! Lo leí hace tiempo, está genial, y también Hijo de Bruja. Y el post te quedó muy bien.
    Saludos =)

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    1. ¡Muchas gracias, Nienor! :D
      ¿Hijo de Bruja está bien, entonces? La verdad es que me daba un poco de miedo por aquello de "segundas partes nunca fueron buenas". Pero creo que no aguantaré xD

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  2. Bueno, me gustó mas Wicked, pero el segundo no está nada mal ^^

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