lunes, 11 de febrero de 2013

1984, de George Orwell

Muy pocas veces he leído una novela que me hiciese sentir tan mal y, al mismo tiempo, ejerciese una atracción tan fuerte sobre mí. La verdad, no recuerdo la última vez que leí queriendo saber qué iba a ocurrir a continuación y temiéndolo al mismo tiempo. Pero, sobre todo, nunca había deseado tantísimo un final un poco más feliz. Alguna vez ya os había comentado que, como lectora, me considero bastante mezquina: me gustan los finales ambiguos y, no nos engañemos, no siempre buenos para quien los sufre, pero el de 1984 ya es demasiado. Quien lo haya leído sabrá perfectamente de qué estoy hablando. 
1984 es una novela turbadora. Parece ciencia ficción pero, en el fondo, es más realista que muchas novelas que se hacen llamar "costumbristas". Muy en el fondo, por supuesto. A pesar de esto, no se puede ignorar el trasfondo real, tanto como la vida misma,  que lo posee. Si nos ponemos muy técnicos, casi podríamos decir que esta característica, esencial en 1984, lo aproxima de un modo inquietante al género de terror. 
Pongámonos en situación: 1984 plantea cómo sería el año que le da título visto desde 1949, momento de su publicación. Orwell presenta un mundo dominado por la tecnología y divido en tres grandes potencias: Eurasia, Oceanía y Asia Oriental, en guerra constante unas con otras. En medio de todo ese caos, en Oceanía, conocemos a Winston Smith, "el último hombre"; leyendo el libro se sabe el porqué de este sobrenombre. 
En el mundo que Winston conoce no hay intimidad ni libertad: los humanos son observados, analizados y controlados constantemente. Cualquier preludio de sublevación o, lo que es más grave todavía, cualquier duda sobre el Partido y el Gran Hermano (quizás el elemento más conocido de la novela) se castiga del modo más horrible. 
No puedo seguir entrando en detalles; de otro modo sólo lograría destripar la novela a quien no la haya leído todavía. Sólo os digo que me ha dejado con una sensación que no estoy segura de poder describir: es una mezcla entre indefensión y paranoia con un toque de malestar general. No es plato de buen gusto, claro, pero eso no quita que 1984 sea una grandísima novela. Es uno de esos libros que hay que leer una y mil veces, más aún en los tiempos que corren. Eso no nos lo pueden quitar. 

4 comentarios:

  1. Cuando leí tanto ésta como "Nada" me acuerdo de que tuve la misma sensación: aunque me estaban dejando mal cuerpo,no podía dejar de leerlas.Sin duda un pedazo de novela la de Orwell y de alguna forma premonitoria con lo que está pasando hoy en día. Supongo que leiste "Nada"... ¿Te dejó la misma sensación?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leí "Nada" el verano pasado y, aunque algunos momentos se hacían francamente desagradables, para mí no llegó a los extremos de "1984". Comentaba esto mismo con una amiga el otro día: la angustia de "Nada" viene dada por los acontecimientos; la de "1984", en cambio, es más primaria, más interna: no la puedes evitar. Todavía me da escalofríos si lo pienso.

      Eliminar
  2. Eso es verdad,"1984" es quizá más angustiosa porque toca el tema del miedo atávico de las personas a perder su libertad,identidad,individualidad,etc.
    Tampoco hay que olvidar que algunos de los hechos contados en la obra o están pasando o es muy probable que lo hagan tal y como están las cosas ahora.
    ¿Leiste su otra obra, "Rebelión en la granja"? Creo que es todavía mejor y más inquietante.
    ¡Qué profundo todo jajaja!Pero me gusta,me parece interesante comentarlo contigo. Mach's gut! ;-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Calla calla, qué paranoia me entró mientras lo leía... Quién le iba a decir a Orwell que de pronto pasaría de escritor a Nostradamus.
      Todavía no leí "Rebelión en la granja". Lo tengo aquí en la estantería pendiente y en cuanto me recupere de este susto me pongo a ello, que además lo tengo en inglés.

      Eliminar