miércoles, 26 de marzo de 2014

Her

Her es, sin lugar a dudas, mi película favorita de lo que llevamos de año. Es simplemente genial en todos los aspectos, una experiencia imprescindible. Aprovechad ahora que aún está en cartelera porque la ocasión lo merece.
Esta no es la clásica historia de amor. Ni de desamor. Ni clásica en general. Y sin embargo tiene un algo universal que la convierte en un relato completamente atemporal.
No estoy del todo segura de si todo el mundo puede identificarse con Her. A lo mejor es por lo peculiar de la historia, no lo sé, pero creo que su mayor virtud es precisamente que, dejando a un lado lo personal, nos hace capaces de conectar con los personajes, con todos, y de emocionarnos con sus historias hasta sentirlas como nuestras, por muy lejos que estén de serlo. Hacía mucho tiempo que no me pasaba algo así. Bueno, no sé si ya me había pasado antes, la verdad.
Her tiene, además, un ritmo muy orgánico. Va fluyendo con tremenda naturalidad, sin puntos excesivamente dramáticos ni pasajes planos, haciendo mella en ti, poco a poco y casi sin que te des cuenta. Al final estarás destrozado, perdido sin remedio, a la deriva. Pero no solo. Ya no.

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