viernes, 8 de agosto de 2014

El hombre elefante


Esta es una historia increíble de por sí. Sin embargo, lo más sorprendente con diferencia es que es real. Hasta en internet podréis encontrar información mejor y más completa que la que yo os pueda ofrecer aquí, así que no me detendré mucho en los pormenores de la historia del Joseph Merrick real. 
Lo que más me impactó en El hombre elefante fue comprobar en un momento dado lo claro que está quién es el auténtico monstruo de la historia. Al empezar la película partimos de esa sobrecogedora sensación de penumbra y decadencia, de maldad y vileza absolutas. De pronto, un milagroso rescate y todo un mundo nuevo que se abre al desdichado John Merrick. Un tiempo después, no obstante, hasta su salvador (interpretado por un brillantísimo Anthony Hopkins) se plantea que quizá no ha supuesto un cambio tan drástico en la vida de John. Al fin y al cabo, ¿no lo está exhibiendo él también? ¿No ha conseguido más fama que en toda su carrera a costa del afable John Merrick? Esas son las auténticas preguntas de El hombre elefante.
Lo sobrecogedor de esta película no es el horror de la deformidad ni una supuesta monstruosidad por la que alguien pagaría entrada; es que sostiene un espejo delante de nuestros ojos y nos obliga a mirar. Lo que vemos no es agradable, pero eso no lo hace menos real. Por eso a veces El hombre elefante se hace incómoda; no podría ser de otra forma. Sin embargo, aún quedan pequeños momentos que son de pura ternura y que hasta pueden restaurar un poco de fe en la humanidad, aunque no esté donde siempre hemos pensado. 
Poco más os puedo decir de esta magnífica película.

Puesto #199 de las 200 de Cinemanía.

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