miércoles, 20 de abril de 2016

La ciudad ausente, de Ricardo Piglia

La ciudad ausente no es lo que me esperaba. Y esto, que suena casi demasiado diplomático para ser sincero, no es más que la verdad. 
Con este libro me pasó lo mismo que con Tierno bárbaro en su día. El antecedente me viene muy bien para este post pero lo cierto es que no aprendí mucho de aquella experiencia: no saqué una clave de lectura que me permitiera abordar La ciudad ausente como es debido.
Claro que este caso es un poco distinto: Tierno bárbaro no pretendía ser más historia que recuerdo; La ciudad ausente, en cambio, es mil historias al mismo tiempo. Puede que sus comienzos sean más o menos convencionales, pero a partir de un momento dado La ciudad ausente no deja de recomponerse a partir de sus propios restos. Uno no puede leer algo así como una novela convencional. Si tengo que señalar un error en mi lectura es precisamente este: me agarré a la solidez del relato clásico sin darme cuenta de que sería como atrapar el humo. 
Que no os pase lo que a mí: no leáis la sinopsis. Intentad disfrutar del viaje, sin más.

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