viernes, 8 de julio de 2016

Ritos funerarios, de Hannah Kent

Lo menos malo que se me ocurre para no estropearos la experiencia es empezar contándoos la mía. 
Esta fue una lectura bastante extraña porque me había creado tantas expectativas que, por un momento, cuando aún llevaba muy pocas páginas, tuve miedo de llevarme la decepción del año; creo que eso no me había pasado nunca. 
Cuando empecé a escribir este post (una de las muchas veces, quiero decir) pensaba que era porque ya sabía mucho sobre Ritos funerarios antes de leerlo, demasiado para mis costumbres; es lo malo de las reseñas (ups). Ahora, después de tantos intentos, lo tengo menos claro que nunca.
Nada de esto tiene que ver con el argumento, que se resume magníficamente en cualquier contraportada. Si acaso, es una cuestión de textura. Ambientación, como dicen algunos. Sí, esto es lo que más elogia todo el mundo. Oí muchas veces que en Ritos funerarios la atmósfera es casi tangible. Y así, sin quererlo, igual os acabo de arruinar el libro. Perdón... 
Voy a intentar explicarme, que a lo mejor no está todo perdido. Creo que fue precisamente en ese concepto de la "ambientación" donde yo me perdí. Es una imagen que se entiende muy bien pero se construye de maneras tan diferentes que es difícil encontrarse antes del resultado final. A lo mejor la textura de aquellas primeras páginas de Ritos funerarios no era lo que yo me esperaba. Seguramente no será lo que cada uno de vosotros esté pensando ahora mismo. Pero tranquilos, que no cunda el pánico: si todo sale tan bien como podría salir, estaréis metidos de lleno en Ritos funerarios antes de que os dé tiempo a pensarlo dos veces. Al menos eso fue lo que me pasó a mí.

3 comentarios:

  1. Ana, hace tiempo que no te dejo unas palabras. Estoy leyendo "Canadá", de Richard Forrd. Sí, sí el "Princesa de Asturias de las Letras" de este año. Te lo recomiendo por eso que llamas textura o ambientación. Cuando acabe de leerlo, te enviaré algo más concreto que estas impresiones deslavazadas de las cien primeras páginas.

    Buenas noches,Ana. Tú eres uno de los buenos recuerdos que me llevo de esta profesión. Por cierto, me gusta ver tus pasos de gigante en esto de enhebrar palabras.

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  2. Ford, no Forrd.
    Buenas noches, Ana; no buenas noches,Ana.

    En fin, la edad y más cosas.

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    1. Guau, ¡muchas gracias, María José! Por todo, de verdad.
      Ya me contarás qué tal "Canadá" :)

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